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17 de marzo de 2016

Mentiras que hacen daño a la Ciencia

Vivimos en tiempos donde la ciencia esta presente en casi cualquier ambito de nuestras vidas, y aun asi, existen personas que conservan ideas erroneas sobre la Ciencia, personas que no entienden en que consiste el Metodo Cientifico y no valoran todo lo que se ha logrado gracias a este.

Para complicar aun mas las cosas, las ideas equivocadas que estas personas conservan sobre la ciencia se ven “respaldadas” en una logica deductiva erronea y tienen el apoyo de individuos que divulgan estos errores como si fueran verdades absolutas. 

Aqui algunos de los errores logicos en los que cae la gente cuando van en contra de la Ciencia: 


* APELO A LA FE: Una falacia en la que las convicciones religiosas se contraponen ante las razones y evidencias. Las personas que cometen este error, creen que actuan de una forma racional, cuando en realidad, elegir creer en algo no representa una sustitucion para la evidencia cientifica.


Si alguien se deshace de la razon en la formación de sus creencias, tambien se deshace de la unica forma de acceso a la verdad que posee. Afortunada o desafortunadamente, los humanos no tenemos la capacidad para percibir y discernir inmediatamente aquello que es verdad de la misma forma en que logramos distinguir colores y formas. Lo mas cerca que podemos llegar de la verdad es cuando justificamos nuestras creencias, la fe declara que algunas creencias, (las más importantes), no requieren de una justificación.



“Discutir sobre la existencia de Dios resulta inútil, pues Dios está más allá de las razones científicas y los argumentos”.

“Me niego a creer en todas esas cosas del calentamiento global. Tengo fe en que Dios no dejará que algo tan malo nos suceda”



* EL DIOS "RELLENA VACIOS": La Ciencia no tiene respuesta para, absolutamente, todo...aun. Desconocemos como funciona la conciencia, como opera el cerebro, donde y como se origino el universo, tenemos ciertos “huecos” sobre la evolucion de nuestra especie. Pero esto no quiere decir que nunca vayamos a saberlo. Por eso, mientras no se tengan respuestas, es de suma importancia reunir evidencias, crear hipotesis y asumir el paradigma que todos los fenomenos pueden explicarse sin apelar a una intervencion divina.





Desafortunadamente, existe cierta tendencia entre los que quieren desacreditar a la ciencia por rellenar estos huecos de nuestro conocimiento con explicaciones sobrenaturales y metafisicas...pero, afortunadamente, estos huecos se van haciendo cada vez mas pequeños, conforme se realizan mas descubrimientos cientificos.


* EL APELO A LA NATURALEZA Y LA FALACIA NATURALISTA: El apelo a la naturaleza es creer que todo lo natural es bueno y correcto, y la falacia naturalista es la suposicion de que aquello que esta constituido naturalmente de cierta forma, debe ser interpretado y aceptado como una norma.





Ambos conceptos han sido aplicados para argumentar que el avance cientifico y tecnologico significan una perturbacion y amenaza al orden natural de las cosas. Es una forma del pensamiento que aclama las maravillas inherentes de las cosas naturales en detrimento de aquellas que no lo son, tachandolas de peligrosas y perjudiciales para la salud.



* LA EVIDENCIA ANECDOTICA: Esta se da cuando alguien posee una historia que presumiblemente contradice alguna afirmacion cientifica, y subitamente aquel caso excepcional tiene mas peso que todos los trabajos cientificos realizados en el area.

Un ejemplo: "Fulanito fumo hasta los 90 años y jamas padecio de los pulmones".




Si bien es cierto que ha habido ocasiones donde los avances en la ciencia han ido en detrimento de la humanidad, estos son los menos, comparados a los enormes beneficios que se han obtenido cuando la humanidad ha trabajado con apego al Metodo Cientifico.







Lo que hay que ver...

8 de marzo de 2016

El Mexico de hoy...

Cuatro años han pasado desde la ultima entrada en este blog, lo que seria un descanso temporal se convirtio en un largo y silente letargo, para revivir el blog, pude haber publicado sobre infinidad de cosas que han acontecido en este tiempo, pero lo que mas me impacta actualmente es el caos y la desolacion que cubren todo el territorio del bello Mexico. 

Hace, exactamente, un año, el escritor Fernando del Paso fue invitado a la Feria Internacional de la Lectura en Yucatan, donde recibio el Premio Jose Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria.



Del Paso recordo su amistad con el fallecido escritor y se refirió, fiel a su estilo, a los sucesos que se viven en México desde hace varios años, sobre todo a la inseguridad, su discurso al aceptar el premio, fue a manera de dialogo con Jose Emilio Pacheco, lo reproduzco porque creo que es el sentir de la mayoria de los mexicanos en estos tiempos:

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 -"Señoras y señores, querida familia, estimado Rafael Morcillo López, director de la Filey; estimado jurado del Premio José Emilio Pacheco a la Excelencia Literaria, distinguida profesora Sarah Poot-Herrera, distinguidos anfitriones meridenses, queridas Cristina Pacheco y Cristina Ruvalcaba, querido Rafael Tovar y de Teresa, querida Elena Poniatowska, queridos Vicente Quirarte y Elizabeth Corral:

"No amo a mi patria. Su fulgor abstracto es inasible." Así dice uno de los poemas más hermosos y valientes que conozco, su autor es José Emilio Pacheco. En seguida el poeta agrega:

“Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos, cierta gente, puertos, bosques, desiertos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias figuras de su historia, montañas y tres o cuatro ríos.”

En esta ocasión, en la que vengo aquí, a Mérida, a aceptar y recoger un premio literario que lleva tu nombre, José Emilio, quiero aprovecharla para decirte algunas cosas, a ti que fuiste mi amigo y mi colega durante tantos años y sobre todo que fuiste un gran poeta por mí admirado, mi querido vate.

Quiero decirte que yo también amé a tu manera a esa patria de los cuantos bosques y ríos y de la ciudad monstruosa que fue tu cuna y la mía.

Quiero decirte lo que tú ya sabes: que hoy también me duele hasta el alma que nuestra patria chica, nuestra patria suave, parece desmoronarse y volver a ser la patria mitotera, la patria revoltosa y salvaje de los libros de historia.

Quiero decirte que a los casi 80 años de edad me da pena aprender los nombres de los pueblos mexicanos que nunca aprendí en la escuela, y que hoy me sé sólo cuando en ellos ocurre una tremenda injusticia; sólo cuando en ellos corre la sangre: Chenalhó, Ayotzinapa, Tlatlaya, Petaquillas.... ¡Qué pena, sí, qué vergüenza que sólo aprendamos su nombre cuando pasan a nuestra historia como pueblos bañados por la tragedia!

¡Qué pena también, que aprendamos cuando estamos viejos que los rarámuris o los triques mazatecas, son los nombres de pueblos mexicanos que nunca nos habían contado, y que sólo conocimos por la vez primera cuando fueron víctimas de un abuso o de un despojo por parte de compañías extranjeras o por parte de nuestras propias autoridades!

Parece mentira, José Emilio, que hayan pasado tantos años y todavía no hemos aprendido a no mancillar ese fulgor abstracto que alimentaba nuestra pasión por la patria.

¡Qué pena, sí, qué vergüenza!

Querido José Emilio: no me preguntes cómo pasa el tiempo; hace poco más de un año que te fuiste y no tuve oportunidad de hablar contigo de tantas cosas como hubiera querido. He sido un mal lector de tu obra y me arrepiento. Pero ahora estoy dispuesto a llenar este vacío con el recuerdo de tus palabras, de tu presencia y de tu lucidez. Nunca como hoy día me pregunto qué hicimos, José Emilio, de nuestra patria, a qué horas y cuándo se nos escapó de las manos esa patria dulce que tanto trabajo les costó a otros construir y sostener. ¡Ay, José Emilio! Sí, dime cuándo empezamos a olvidar que la patria no es una posesión de unos cuantos, que la patria pertenece a todos sus hijos por igual: no sólo a aquellos que la cantamos y que estamos muy orgullosos de hacerlo: también a aquellos que la sufren en silencio.

Tú mismo lo dijiste: los pobres, tarde o temprano ellos, en masa, heredarán la tierra. Tú nos invitaste a admirar su paciencia. Pero... ¿hasta cuando José Emilio, hasta cuando? Ese día no parece llegar nunca: el Apocalipsis, como tú dices, todavía tiene que dar paso a varios comerciales y el centauro y el unicornio no han resucitado aún.

Cuando me enteré que había sido honrado con el premio que lleva tu nombre, José Emilio, una andanada de recuerdos se me vino encima. Éramos muy jóvenes y teníamos toda la vida por delante y toda la patria también... ¿Pero qué patria dime, la de nuestros padres, la de nuestros abuelos o la sola patria nuestra?


Éramos jóvenes, sí, y teníamos una enorme responsabilidad que cumplir: la de cuidar el patrimonio que habíamos heredado y cuya integridad se ha visto amenazada tantas veces. Dime, José Emilio: ¿cumplimos? Hoy que el país sufre de tanta corrupción y crimen, ¿basta con la denuncia pasiva? ¿basta con contar y cantar los hechos para hacer triunfar la justicia? ¿Es ético aceptar premios por nuestra obra y limitarnos a agradecerlos en público, como lo hago en estos momentos? No lo sé. Pero vale la pena plantear si nuestra posición sirve para algo.

“Algo se está quebrando en todas partes”, decías en uno de tus poemas. Algo, sí, mi corazón ante todo lo que sucede a nuestro alrededor, y se quiebran mis palabras, ¡Ay, José Emilio yo no sé para qué me meto en estos bretes, si bastaría acudir aquí y aceptar el premio! Pero no puedo quedarme callado ante tantas cosas que se nos han quebrado. ¿Qué se hizo del México post 68? Qué proyecto de país tenemos ahora... ¿Qué proyecto tienen quienes dicen gobernarlo? Me permito citarte una vez más:

“Conozco tu país –decía el gringo– pasé una noche en Tijuana /éstas son las palabras que me sé de tu idioma: /puta, ladrón, auxilio, me robaron.”

¿En qué se diferencian estas palabras de "político, autoridad, socorro, me extorsionaron"?

¡Ay, José Emilio!: ¿Qué hemos hecho de nuestra patria impecable y diamantina. Insisto José Emilio: no me preguntes cómo pasa el tiempo. Lo que te puedo y quiero decir ahora es que estoy viejo y enfermo, pero no he perdido la lucidez: sé quién soy, quién fuiste y sé lo que estoy haciendo y lo que estoy diciendo. Lo único que no sé es en qué país estoy viviendo. Pero conozco el olor de la corrupción; dime José Emilio: ¿A qué horas, cuándo, permitimos que México se corrompiera hasta los huesos? ¿A qué hora nuestro país se deshizo en nuestras manos para ser víctima del crimen organizado, el narcotráfico y la violencia?

¡Ay, José Emilio! ¿De qué nos sirve recoger aquí y allá premios y reconocimientos mientras nuestro país se desprestigia ante los ojos del mundo.... mientras México se mexicaniza para estar de acuerdo con sus películas y las más negras de sus leyendas?

¡Ay, José Emilio! ¿Qué vamos a hacer, qué se puede hacer con 23 mil desaparecidos en unos cuántos años? ¿O son 23 mil 43? ¿Y cómo sabemos quienes son culpables? ¿O vamos a fabricar culpables por medio de la tortura, como es nuestra costumbre?

¡Ay, José Emilio! No sé qué más decirte. No sabes qué triste estoy. Acepto el premio que tiene tu nombre, porque sé que se me da de buena fe, no sin antes subrayar que lo más importante en la vida no es recibir galardones –aunque se merezcan–, sino denunciar las injusticias que nos rodean.

Te hablo José Emilio, desde luego en español, la lengua que nos fue impuesta a sangre y fuego por los conquistadores, y que ahora es tan tuya y mía, como lo es de cualquier habitante de España misma, pero creo que también es una vergüenza que tengamos que vivir muchos años para enterarnos de la existencia de más de 60 lenguas en nuestro territorio, por ejemplo el wixárica o kickapoo, cada vez que el grupo indígena que habla una de esas lenguas sea víctima de un despojo, de un ultraje a la sacralidad de su territorio, o cuando el río o los ríos que lo sustentan se vean contaminados por una empresa minera o por la irresponsabilidad de las autoridades, o por la fracturación salvaje en busca de petróleo o gas shale que amenaza con consumir millones de litros de sus reservas acuáticas.

No me queda José Emilio sino despedirme y para ello utilizaré la segunda lengua que se habla en esta hermosa ciudad anfitriona de Mérida: el maya: “Nib óolal José Emilio nib óolal ti’tuláakale’ex kexi’ kak ilikba’ex u láak juntéen le ken ktia’alinte’ex México tuka’atéehe’. (Descansa José Emilio, descansa, que la justicia llegará a México con su fuerza y aliento).

Gracias, José Emilio y gracias a todos ustedes, espero que nos encontremos una vez más cuando nuestro país sea de nuevo nuestro.

Y por si acaso mis palabras no hayan sido suficientemente explosivas, termino con una auténtica bomba: Gracias."-


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Lo que hay que ver...